MÁS ALLÁ DE LA PREOCUPACIÓN EXCESIVA: ALTERACIONES NEUROPSICOLÓGICAS EN LOS TRASTORNOS DE ANSIEDAD.
- cursosclicc
- 27 feb 2024
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La ansiedad es un conjunto de emociones que todas las personas experimentamos en mayor o menor medida en nuestra vida cotidiana, y, en proporción adecuada, nos permiten una activación conductual que nos lleve a ejecutar las actividades que día con día requerimos completar. Así, de manera coloquial podemos decir que “una cantidad apropiada de ansiedad contribuye a que una persona sea funcional”. Sin embargo, cuando alguien experimenta miedo y/o preocupación intensa, de manera excesiva y por un periodo prolongado de tiempo, probablemente estemos frente a un trastorno de ansiedad (American Psychiatric Association, 2014).
Estos trastornos, de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (2023), son los trastornos de salud mental más comunes en el mundo, afectando al 4% de la población, además, señala la OMS, los síntomas se pueden presentar incluso desde la infancia o la adolescencia, además de afectando más a las mujeres con respecto a los hombres. Y destaca que tan solo 1 de cada 4 personas afectadas por algún trastorno de ansiedad en el mundo, recibe tratamiento por parte de especialistas.
Ante estas cifras, es común que a la consulta de profesionales tales como psicólogos, médicos generales, psiquiatras, e incluso personal de enfermería, acudan pacientes debido a los síntomas fisiológicos, conductuales y cognitivos comúnmente descritos y asociados con respecto a algún trastorno de ansiedad como: tensión muscular, náuseas, malestar abdominal, palpitaciones, sudoración, temblor, dificultades relacionadas con el sueño, irritabilidad, pensamientos de peligro inminente y comportamientos cautelosos o evitativos, entre otros. (American Psychiatric Association, 2014; Organización Mundial de la Salud, 2023). Regularmente, estos síntomas pueden afectar la funcionalidad de las personas en sus actividades cotidianas o de la vida diaria y tanto los tratamientos psicológicos como los farmacológicos se han centrado en dichos síntomas.
Por otro lado, aunque menos explorados, los síntomas neuropsicológicos suelen presentarse en las personas con algún trastorno de ansiedad, afectando también la funcionalidad y generando consecuencias desadaptativas. En la literatura especializada no hay consenso respecto a los hallazgos, así mismo, el trastorno más ampliamente estudiado en torno a estas afecciones es el trastorno de ansiedad generalizada (TAG), sin embargo, gran parte de estas dificultades neuropsicológicas suelen encontrarse en mayor o menor medida en otros trastornos de ansiedad también.
Algunos de los procesos neuropsicológicos que se pueden ver afectados son los siguientes:
Atención: en especial atención selectiva, lo que dificulta a las personas poder inhibir la interferencia de estímulos externos, pero en este caso, sobre todo internos (pensamientos), lo que dificulta su concentración en tareas cotidianas. También se ha observado un sesgo atencional hacia estímulos que se interpretan como amenazantes.
Memoria: específicamente en memoria a corto plazo, así mismo, se ha encontrado un sesgo de memoria a favor de palabras relacionadas con los estímulos que están provocando ansiedad.
Funcionamiento ejecutivo: en flexibilidad cognitiva, mostrando mayor flexibilidad en condiciones de estrés; déficits en la predicción del error en la toma de decisiones, lo que puede llevar a las personas con altos niveles de ansiedad a tomar malas decisiones en el día a día; en memoria de trabajo verbal y visual, especialmente si están presentes estímulos interpretados como amenazantes, esto empeora la eficacia al resolver tareas complejas; también en inhibición cognitiva.
Cognición social: para identificar emociones faciales, al realizar juicios emocionales, en reconocimiento y procesamiento de las propias emociones y se puede presentar, también, generalización de atributos negativos. (Langarrieta-Llorente, 2019; Cupul-García, et al., 2018).
Para los clínicos de distintas disciplinas, conocer y abordar estas afectaciones es una herramienta clínica de gran utilidad, pues así, podrían no solo identificarlas y diferenciarlas, sino tomarlas en cuenta al llevar a cabo una intervención por ejemplo farmacológica o psicoterapéutica, así como facilitar el trabajo y comunicación en el trabajo multi e interdisciplinario. Así, la formación y educación continua es imprescindible para un ejercicio clínico, ético y con base en fundamentos teóricos y prácticos actualizados.
Referencias.
American Psychiatric Association (2014). Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales. Editorial Médica Panamericana.
Cupul-García, J.C., Hinojosa-Calvo, E., Villa-Rodríguez, M. A., Herrera-Guzmán, I. y Padrós-Blázquez, F. (2018). Evaluación neuropsicológica básica para adultos en pacientes con trastorno de ansiedad generalizada. Revista chilena de neurología y psiquiatría, 56(3), 151-160.
Langarita-Llorente, R. & García-García, P. (2019). Neuropsicología del trastorno de ansiedad generalizada: revisión sistemática. Revista de neurología, (59)2, 59-67. doi: 10.33588/rn.6902. 2018371. http://dx.doi.org/10.4067/s0717-92272018000300151
Organización Mundial de la Salud (2023). Trastornos de ansiedad. https://www.who.int/es/news-room/fact-sheets/detail/anxiety-disorders
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